Vivo de mi pensamiento.
Cuando llueve en la tarde
brota una fuente de belleza
y, desecho la amargura.
Recuerdos tus palabras envueltas en deseos,
soñando en volver con la luz de la luna.
El rocío abrazó mi amor amargo.
Nadie elige su destino;
son rayas de la vida.
Peregrinare con la concha de dulzura
en mi sensible corazón.
Ángela Paduraru
30- sepbre-2009
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